Pere Estupinyá
En el aspecto personal Pere es un tipo simpático e inquieto con una peculiar curiosidad por la ciencia, nacido en Tortosa en 1974 pero con unos telómeros bastante menos deshilachados de lo que tocaría por su edad biológica, y que tras 8 años viviendo intensa y desordenadamente en Boston, Washington DC y Nueva York, en primavera de 2016 dejó un pie aferrado en Madrid y el otro dando vueltas por ahí.
A nivel académico es licenciado en química y en bioquímica, master en nutrición y metabolismo, y dejó a medias un doctorado en genética que promete algún día retomará. Convencido autodidacta, realizó algunos cursos específicos en el ámbito de la comunicación/periodismo, pero su experiencia transformadora llegó en 2007-08 cuando tuvo el gran honor de ser el primer español becado en el Knight Science Journalism Fellowship del Massachusetts Institute of Technology (MIT). Allí pasó 10 meses sumergido en los laboratorios y aulas del MIT y Harvard, aprendiendo más que en cualquier otro momento de su vida, y gestando una especie de embarazo (o metamorfosis) del que nacería su alter ego: «el ladrón de cerebros».
A nivel profesional la cosa se complica. Depende del día se siente escritor, presentador de TV, guionista o productor, conferencista, consultor de empresas y organismos internacionales, emprendedor, coach, y dentro del ámbito de la comunicación científica, en función del nivel de crítica con que escriba se define como divulgador o como periodista.
Como escritor es autor de los libros de divulgación El ladrón de cerebros, Rascar donde no pica (2012), S=EX2, la ciencia del sexo (2013) y Comer cerezas con los ojos cerrados (2016), que han sido traducidos a varios idiomas y recibido excelentes críticas.
Aterrizó de imprevisto en el mundo audiovisual en Octubre de 2001 cuando Eduard Punset le fichó para el programa REDES de TVE, donde sería editor hasta 2005. Después dirigió algunos proyectos en ámbitos tan dispares como la educación o la empresa, pero se alejó drásticamente de las cámaras al mudarse a EEUU. El gusanillo de la televisión empezó a picar de nuevo en 2014 cuando presentó un documental para TV3 titulado Inversió de Futur, y apareció la idea de llevar El ladrón de cerebros y S=EX2: La ciencia del sexo a las pantallas. En 2015 produjo 13 capítulos de la serie “El Ladrón de Cerebros en Ecuador”, y en 2016 llegó la gran oportunidad de desarrollar con la productora Minifilms El cazador de cerebros para TVE.
Estupinyà escribe puntualmente en diversos medios, participa en programas radiofónicos y televisivos, e intercala todo esto con conferencias sobre ciencia, motivación, innovación, bienestar o sexualidad, participaciones en eventos de comunicación científica, asesorías y proyectos para empresas, y colaborando en iniciativas educativas siempre que tiene oportunidad. Sus conferencias y consultorías con el Banco Interamericano de Desarrollo le han permitido viajar por gran parte de América Latina, región que le tiene entusiasmado por su diversidad natural y cultural.
Estando en EEUU, Pere trabajó también en el departamento de comunicación de los National Institutes of Health (NIH) en Washington DC, fue durante 5 años el Knight Science Journalism Tracker del MIT, fue consultor del BID y la OEA, y tuvo una larga etapa de blogger escribiendo los “Apuntes científicos desde el MIT” en El País.
Un aspecto singular de su carrera es su amplio expertise en el campo de la sexualidad, a raíz de su extenso trabajo, experiencias, y repercusión del libro S=EX2: La ciencia del sexo. Pere se ha convertido en un referente en el mundo hispanohablante e imparte conferencias, participa en seminarios y talleres, realiza coaching personalizado, e interviene en medios para conversar de manera rigurosa y diferente sobre la bio-psico-sociología de la sexualidad.
Pere se define como «un ladrón de cerebros que escribe sobre ciencia como excusa para poder aprenderla», y a menudo le cuesta distinguir entre profesión y vocación. Pero a pesar de encontrarse a menudo fantaseando entre bosones, trilobites o sinapsis neuronales, tiene clarísimo que el conocimiento científico no es un fin en sí mismo, sino una herramienta poderosísima para hacer un mundo mejor y más sostenible, trabajos y empresas más eficientes e innovadoras, y vidas más sanas, sabias y felices.